Aprendí que el presente por duro que sea, es valioso y bonito, porque es escaso y lo descubrí una noche a las 4 de la mañana al final de diciembre, escuchando una canción. Al principio no me gustó demasiado y en mitad de ella, decidí pasar a la siguiente. Pero entonces, un pequeño texto de Jack sobre este tema, regresó a mi mente. Y empecé a darme cuenta, de que una vez la canción hubiera acabado, jamás volvería a aquel momento. La podría escuchar infinitas veces más, pero nunca sería la primera.
Tenía la letra a mi lado y la iba leyendo mientras sonaba. La canción se acababa y mi corazón latía más rápido. Sonó la ultima frase y esperé a que repitiera la ultima estrofa. Pero no ocurrió, la música, ya sin voz, se apagó. Entonces comprendí el valor del presente. Ese momento, se había perdido en el tiempo. Sólo quedaría un leve recuerdo casi invisible, casi imborrable, como el rastro que había dejado una lagrima, que entre mi poblada barba, también se había perdido. Como se perderán las primeras sensaciones de quienes lean esto algún día. Jack desde su pasado, me enseño a amar el presente.
Peter.
